Ecosistemas del agua

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Para los que prefieran que se lo contemos, hemos preparado un extracto en audio, que facilitará la comprensión del tema que nos ocupa.

Los ecosistemas dependientes del agua son muy significativos en Ambite: el río, los arroyos que desembocan en él, las fuentes y cualquier punto con presencia de agua hacen posible la aparición de especies de plantas y animales muy diferentes de las del matorral mediterráneo.

El río Tajuña da nombre a muchos de los pueblos del valle y es el eje de esta comarca. Al igual que las laderas del valle y el llano, el río posee un valor ecológico que tenemos que preservar: río, bosque de ribera y vega que lo rodean constituyen el hábitat para numerosas especies, por ello goza de una figura de protección: ZEC (Zona de especial conservación). Probablemente habría que dar más pasos en la protección de nuestros ecosistemas y ampliar la protección al matorral mediterráneo, por su gran importancia ecológica. La figura del Parque Regional se ajustaría mejor al valor ambiental del valle del Tajuña, sus pueblos y sus ecosistemas  y nos ayudaría a proteger más nuestra comarca.

El río y su entorno

Bosque de galería del río Tajuña en Ambite

El bosque de ribera

Si por algo se caracteriza este ecosistema es por su fragilidad ante los impactos ambientales producidos por los seres humanos. Es un ecosistema totalmente dependiente del río Tajuña, al que bordea por ambas orillas.

Aunque mejor diríamos “debería bordear” ya que a lo largo del paso del Tajuña por nuestro término municipal se ha visto reducido, en algunos tramos, a carrizos, sin presencia de un solo árbol, hecho que se acrecienta a medida que descendemos, ya fuera de Ambite, hacia la desembocadura del río.

Este ecosistema también es llamado bosque de galería, ya que se extiende a lo largo del cauce y es muy estrecho. La distribución de las especies arbóreas va en función de su diferente necesidad de humedad en el suelo. Así, el que más la precisa es el sauce blanco (Salix alba), que está a menudo metido dentro del cauce e incluso algo sumergido.

Después vienen el chopo lombardo (Populus nigra var. italica), el árbol más llamativo por su gran altura y con más presencia a lo largo de casi todo el recorrido del río y el álamo blanco (Populus alba). Finalmente los más alejados del agua son el olmo (Ulmus minor) y el fresno (Fraxinus angustifolia) que precisan menos humedad.

Sauce blanco en el cauce del río Tajuña en Ambite

Chopos siguiendo el curso del río en Ambite

Retazos del bosque de galería los encontramos también en algunos barrancos, como el Barranco del Arca y en el arroyo Vega, estando especialmente presentes el chopo y el olmo; este último representa, en todo caso, una mínima expresión de lo que fueron hasta los años 60-70 del pasado siglo las olmedas de Ambite y de otros pueblos de la comarca, como Olmeda de las Fuentes y Villar del Olmo. El responsable de este hecho es una pandemia producida por el hongo Ophiostoma novo-ulmi, parásito que se desarrolla en los vasos conductores de savia y segrega toxinas que producen el bloqueo de la circulación de la savia hacia las hojas llegándose a secar el árbol. La propagación de la enfermedad la realizan pequeños escarabajos (Scolytus scolytus y Scolytus multistriatus) que transportan esporas del hongo, aunque en menor medida también se realiza por contacto de la raíz de un olmo enfermo con otro sano. Las galerías que producen estos escarabajos, que se observan bajo la corteza y parecen dibujos dan nombre a la enfermedad, la grafiosis del olmo.

Si aún existen olmos en Ambite es por su gran capacidad de regeneración a partir de las numerosas raíces horizontales que originan constantemente nuevas plantas. También se observa abundante reproducción de álamo blanco, en las zonas donde todavía existe.

Detalle de hojas de olmo en primavera

Tronco de olmo con grafiosis mostrando las galerías características de la enfermedad

Liquen de las tapias sobre un olmo

En la corteza de algunos árboles podemos observar la presencia de líquenes, uno de los más conocidos es el liquen de las tapias (Xanthoria parietina), un liquen llamativo, de color amarillo, que presenta unos discos o copas llamados apotecios, donde se desarrollan las esporas (células reproductoras que no precisan ser fecundadas).

Como todos los líquenes es un organismo resultante de la simbiosis de un alga y un hongo, el hongo protege al alga de la desecación y el alga realiza la fotosíntesis, aportando nutrientes al hongo. Un nuevo ejemplo de organismos que se asocian para beneficio mutuo.

A orillas del río pero de manera muy puntual podemos encontrar también otros árboles como la encina (Quercus ilex subespecie ballota) y el quejigo (Quercus faginea). Es destacable la Encina de la Huerta, catalogada como árbol singular por la Comunidad de Madrid. Además podemos encontrar por doquier otros árboles introducidos como el nogal, algunos frutales como el membrillero, el peral, el cerezo y el manzano e incluso algún sauce llorón o alguna arizónica, debido a la cercanía de alguna casa.

En cuanto a los arbustos destacamos dos especies con frutos rojos: el rosal silvestre (Rosa sp.) y el majuelo, (Crataegus monogyna) y dos de frutos negros la zarza (Rubus ulmifolius), que es una de las especies más abundante en el ecosistema, y el saúco (Sambucus nigra), siendo los cuatro muy apreciados por numerosas especies de aves, que contribuyen eficazmente a la dispersión de sus semillas. Esto nos pone de manifiesto, como en el caso de los líquenes, las relaciones sencillas o complejas entre las distintas especies del ecosistema. Lo mismo ocurre con abejas y abejorros, que benefician y salen beneficiados de su relación polinizadora con estas especies de arbustos.

Entre otras especies vegetales presentes en este ecosistema destacamos por su enorme abundancia el carrizo (Phragmites australis), que en algunos tramos del río sustituye al sauce, a la orilla del agua, y se convierte en la especie dominante.

Detalle de hojas y frutos de majuelo en otoño

Carrizos en el cauce del río Tajuña en Ambite

Sauquillo, con sus hojas y frutos característicos

Tallos de caña con sus rizomas característicos

Sirve de refugio, dormidero o lugar de nidificación para el carricero común (Acrocephalus scirpaceus) y el carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus) y otras aves más grandes como el ánade azulón (Anas platyrrynchos) y la gallineta común (Gallinula chloropus). Otra especie parecida al carrizo es la caña común (Arundo donax), posiblemente originaria de Asia pero que se ha extendido desde hace mucho tiempo por España. Tradicionalmente se la ha utilizado como tutor en los huertos de Ambite. También está presente el sauquillo (Sambucus ebulus), con frutos negros como su congénere el saúco, que al igual que el carrizo y la caña posee rizomas (tallos subterráneos muy alargados) de los que brotan nuevas plantas, facilitándose mucho su reproducción, de manera similar a como lo hace la grama (Cynodon dactylon) (esta muy problemática en huertos y cultivos).

Otra ave frecuente es el cormorán grande (Phalacrocorax carbo), que utiliza los chopos o sauces como posadero y se alimenta de peces. Entre las garzas destacamos la garza real (Ardea cinerea), es la más grande y la más fácil de ver y se alimenta de peces y ranas a los que ensarta con su pico en forma de puñal.

Una de las aves más fáciles de identificar, por su potente canto monótono, es el cetia ruiseñor (Cettia cetti), difícil de ver porque siempre se esconde en la vegetación. Con un canto mucho más elaborado, pero también difícil de ver, tenemos al ruiseñor común (Luscinia megarhynchos). En cambio es fácil observar al pico picapinos (Dendrocopos major) o al menos escuchar su tamborileo en los troncos de los árboles.

 En primavera y verano escucharemos el arrullo de la tórtola europea (Streptopelia turtur) -cada vez más escasa- y el inconfundible canto del cuco común (Cuculus canorus). Por supuesto son muy frecuentes el mirlo común (Turdus merula) y la paloma torcaz (Columba palumbus) y otras muchas aves forestales en zonas donde el bosque de galería tiene cierta entidad, como el escribano soteño (Emberiza cirlus).

Por su parte el corzo (Capreolus capreolus) y el jabalí (Sus scrofa) también se mueven por aquí, muy frecuentemente.

Pico picapinos realizando su tamborileo característico.

Mirlo macho, con su librea negra y su pico anaranjado se diferencia bien de la hembra.

Escribano soteño macho.

El río

Flanqueado por el bosque de ribera o por simples carrizos en algún tramo, el medio acuático es un ecosistema en sí mismo, existiendo los organismos fotosintéticos -que son sobre todo las algas-,  los herbívoros, los carnívoros, los necrófagos y los descomponedores.

El caudal del río Tajuña varía bastante en función de la pluviosidad en toda la cuenca del río y es regulado por el embalse de la Tajera de Guadalajara, que empezó a funcionar en 1993. Desde entonces no ha ocurrido ningún desbordamiento del río en Ambite, hecho que anteriormente se daba con cierta frecuencia.

La contaminación del agua del río fue en aumento a partir de mediados del siglo XX, sólo la aparición progresiva de las depuradoras en el presente siglo ha permitido revertir la situación y esto ha hecho posible la vuelta al Tajuña de una especie emblemática:

Paisaje invernal del río Tajuña en Ambite.

la nutria europea (Lutra lutra), que se alimenta sobre todo de peces. Sin embargo la presencia desde hace años de una especie invasora, como es el visón americano (Neovison vison) puede incidir muy negativamente sobre las escasas especies de peces autóctonos que quedan en nuestro río, además de competir con la nutria, que es una especie autóctona. También compromete a las especies de aves que nidifican en sus orillas, ya que consumen sus huevos y pollos. Otra especie afectada por el visón americano en este ecosistema es la rana verde común (Pelophylax perezi), muy frecuente en este ecosistema y teórica dieta importante de numerosas especies autóctonas, especialmente aves. Aquí también podemos encontrar a la culebra de agua (Natrix maura), que depreda sobre ejemplares de rana y de varias especies de peces.

La vega

Tradicionalmente se aprovecharon los terrenos más fértiles de la vega  o llanura de inundación del río para los cultivos más exigentes, que requieren mayor riqueza y diversidad de nutrientes. Así hasta mediados del siglo pasado con algo más de 1.000 habitantes en Ambite proliferaban los huertos y frutales. Después, con el éxodo a las ciudades, el uso de la vega cambió progresivamente y hoy en día, aunque aún existen huertos familiares, se dedica sobre todo a cultivos que requieren menos mano de obra, especialmente cereales (trigo, cebada, maíz), en menor medida algunas leguminosas como la alfalfa, los guisantes y muy puntualmente alguna viña.

Vega del Tajuña con cereales en Ambite

Esta presencia de cereales hace que algunas aves esteparias del páramo aparezcan también aquí, como la cogujada común (Galerida cristata), el escribano triguero (Miliaria calandra) o el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), mientras que algunos frutales y olmos, que aún sobreviven, facilitan la presencia de otras aves como el jilguero (Carduelis carduelis), el petirrojo europeo (Erithacus rubecula) o el herrerillo común (Cyanistes caeruleus). Las escasas zonas no cultivadas en la vega son en realidad una prolongación hacia fuera del bosque de galería, apareciendo las especies menos dependientes del agua: olmo, majuelo, rosal silvestre, …

Escribano triguero cantando

Jilguero a la sombra de un olmo

Petirrojo europeo

Rosal silvestre

Otros ecosistemas acuáticos

Además de los ecosistemas mencionados, hay otros que pueden pasar más desapercibidos pero juegan un papel fundamental en las cadenas tróficas. Sobre todo tienen una gran significancia para los anfibios, que en las últimas décadas se han visto comprometidos a descensos poblacionales importantes debido a la pérdida de puntos de agua naturales.

También la suelta de especies invasoras como peces y cangrejos, las enfermedades de los anfibios como la quitridiomicosis o las muertes por atropello ponen en alerta a estas especies. Los anfibios necesitan de un ecosistema acuático en condiciones donde desarrollarse en sus primeras fases (renacuajos) y en casi todas las especies, sólo necesitarán visitar zonas con agua en etapa adulta, cuando acuden a reproducirse primavera tras primavera. Sin estos puntos de agua, los anfibios desaparecerían y se comprometería al resto de especies presentes en la zona, ya que habría un desequilibrio importante que sólo los anfibios son capaces de subsanar.

Reproducción de anfibios en la charca del Robledillo

Encharcamientos en campos de cultivo

Este ecosistema es muy frecuente en épocas de lluvias, cuando los terrenos donde se va a cultivar (en barbecho o con pequeños plantones de cereal) se saturan de agua y permiten la formación de charcos temporales, que en el mejor de los casos pueden aguantar 2 o 3 meses.

Encharcamiento en un campo de cereal por desbordamiento de un caz de riego 

Este es el hábitat favorito para el sapo corredor (Epidalea calamita), el anfibio mejor adaptado a estos lugares, ya que tras depositar la puesta, en un mes y medio pueden completar la metamorfosis. Es un superdepredador de insectos que mantiene a raya a los insectos y otros invertebrados como garrapatas de los campos de cultivo. Otra especie, el sapillo moteado común (Pelodytes punctatus) aprovecha estos lugares con éxito aunque tarda un poco más en completar el ciclo. En Ambite se puede observar en contados lugares pero tiene mucho valor ya que en la Comunidad de Madrid se encuentra protegido en la categoría de Vulnerable.

Sapo corredor 

Sapillo moteado común 

Abrevaderos y charcas artificiales

Este ecosistema antrópico es la solución a los problemas de numerosas especies de anfibios, pero también muy útiles para el ganado y otros vertebrados terrestres. Son construcciones que en la mayoría de los casos provienen de la necesidad de dar de beber al ganado, a la fauna cinegética, para regar cultivos o para lavar enseres y a su vez los utiliza muy eficaz y compatiblemente el sapo partero común (Alytes obstetricans), como en la fuente del Robledillo. Esta especie es muy peculiar ya que los machos custodian a su espalda los huevos que ha depositado la hembra hasta que pasadas varias semanas, acuden a los abrevaderos para soltar a los renacuajos. Otras especies que en Ambite utilizan estos puntos de agua artificiales son el sapo común ibérico (Bufo spinosus) y el sapillo pintojo (Discoglossus galganoi).

Sin embargo, los adultos de ambas especies tienen más problemas para trepar y pueden morir ahogados cuando después de reproducirse intentan salir del agua. Por ello, la colocación de rampas de entrada y de salida es fundamental en estos lugares. Así mismo, es necesario mantener estos puntos de agua en buen estado, ya que el abandono de actividades tradicionales y el cambio de usos del suelo están conduciendo a estos puntos de agua a la desaparición. Y de ser así, ¿qué alternativa para reproducirse les queda a los anfibios?

 

Charca para anfibios en la fuente del Robledillo

Sapo partero común

Sapillo pintojo

A modo de conclusión

En estos ecosistemas donde el agua es el factor ecológico determinante sobreviven numerosas especies exclusivas de ellos: sauces, fresnos, álamos, algunos peces autóctonos, ranas, varias especies de sapos, garzas, cormoranes, ánades, nutrias…

Pero estamos hablando de equilibrios muy frágiles, muy sensibles a alteraciones producidas por los seres humanos, como la pérdida en ciertas épocas del caudal ecológico en el río, desaparición de puntos de agua indispensables para los anfibios, introducción de especies exóticas que comprometen a las especies autóctonas, contaminación del agua…

Conocer mejor nuestro valle, nuestro río y nuestro monte repercutirá sin duda en un mayor respeto a la rica biodiversidad que los habita.

Este proyecto ha sido posible gracias al Ayuntamiento de Ambite y a la colaboración de: